AQUELLA NOCHE.

Por Brenda Lili «Xochiocelotl».

Aquella noche, no era una noche cualquiera. Era obscura como ninguna, sin estrellas y sin luna. En el atrio de la Iglesia de Chalma, cientos de mandolinas y conchas engalanaban el silencio, trinando y tocando alabados, cantos de pasión y devoción a la Santísima Cruz.
Al cielo no le hacían falta nubes; el humo del copal emanado en carbones ardientes, tan rojos como la sangre, superaba la belleza de cualquier cuerpo celestial. Humo cargando rezo, nubes de súplicas y oraciones saliendo del centro del sahumerio.
Así encontré a ese hombre, enfundado en traje de danzante azteca color azul, descalzo y luciendo una corona con grandes plumas de guacamaya, todas ellas en armonía para el atuendo dignamente portado. Su danza se perdía entre lágrimas de penitentes que recién entraban de rodillas hasta los pies de la puerta principal. Sus bellos y redondos ojos negros miraban a todos ellos, como si acaso también fueran portadores de esa devoción y agradecimiento, del sufrimiento y la dicha.
La iglesia entera rebosaba de gente, casas improvisadas de plástico y cartón, camas a ras de piso, anafres llenos de comida, pies descalzos, danzantes ricamente emplumados, deslumbrantes en color, símbolos y formas. Peregrinos del norte y del sur, ríos y ríos de personas. Era un ir y venir de almas glorificadas y pecadoras. Un ir y venir de vida y de muerte.

El hombre de hechizo que miraba enamorada entonaba un canto. No podía más que mirarlo. Mi cuerpo también portaba atuendo de danza y en mis tobillos sonaban los melódicos cascabeles por cada paso dado y danzado.
Era de madrugada, una cálida y ferviente madrugada de junio.
Lejos de él, pude escuchar los acordes de su voz y mandolina dando gracias por la vida. Quería abrazarlo, sudar su piel, vivir a su lado todas las eternidades.
Absorta en el pensamiento, pidieron la siguiente danza. Una suave brisa acompañó el baile de todos. Comencé a danzar como hacía mucho no lo hacía: alegre, apasionada y amorosa.

A la Iglesia de Chalma pronto la invadió un amor oloroso y perfumado en copal… y con mi rostro erigido hacia la lluvia, lancé palabras de dulzura, al ritmo del Huehuetl y hasta el sagrado altar.

Brenda Lili «Xochiocelotl».

TOMADO DE https://twitter.com/chalma/status/1232895648099266565?lang=fi

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