Por: Antonio Tlacuilo
Chalma
Significado de la palabra Chalma. El lugar cuenta con una denominación en lengua náhuatl como ocurrió con prácticamente todas las poblaciones conquistadas por el imperio mexica. Aunque la población en este caso debió tener una denominación en la lengua regional ocuilteca, incluso el centro poblacional originario de esta etnia tiene denominación náhuatl Ocuilan y Atzingo.
Son tres las probables traducciones según los estudiosos de la lengua náhuatl,
Para Manuel Olaguíbel proviene de la palabra Challi: hueco, hondonada boca y de matia que alude al hecho de poner manos en alguna cosa, de la unión de palabras Chalma designa a “la cueva que está a la mano”[1]. Para Cecilio Robelo se compone de Chali, cosa lisa y Mait mano, Chalma Quiere decir Mano lisa [2], Jiménez Romero Quiroz, sugiere que debido a los sacrificios humanos que supuestamente se realizaban.
«Podemos establecer ·que existieron junto a las cuevas de Chalma, dependencias habitadas por chachalmecas. El calpulli o barrio de los chachalmecas: Chachalmecan, con el tiempo, para abreviar, fue llamado simplemente Chalmecan, despues Chalme y por énfasis Chalma. Explicadas las cosas así, Chalma quiere decir ‘Iugar de sacrificadores’.»[3]
Chalma es un lugar intermedio entre dos poblaciones de origen prehispanico. Una Ocuilan y la otra Malinalco. Ocuilan es de origen otopame y en la cual habita una población en la que junto con la vecina San Juan Atzingo son las únicas que aun se habla una lengua llamada ocuilteco de la rama otopame y que por tener fuertes vínculos culturales y territoriales con los otomies le da caracteristicas que pondrían la relevancia de Chalma como un lugar de veneración propio de esta cultura, que da una particular preferencia a sitios con características naturales especificas, como manantiales, cimas de cerros, cuevas y otros, que suelen llamar puertos, muy comunes en la región otopame del Bajío. En cambio la cultura náhuatl da preeminencia a lugares con construcciones para la veneración los llamados teocallis de la época prehispánica y santuarios católicos en la actualidad. Y Malinalco población de origen náhuatl donde, por cierto, hay una zona arqueológica con un teocalli, atribuido a la cultura mexica. Dicho teocalli está construido sobre la roca misma y es probable que se haya dedicado a la educación de nobles guerreros mexicas de elite, además de las caracteristicas inevitables al parecer de toda zona arqueológica, la observación astronómica.
Con los documentos disponibles es dificil dar por sentada la pertenencia de Chalma a alguna de las dos poblaciones, Ocuilan o Malinalco, elementos para encasillarla en alguna u otra los tenemos, por ejemplo, las caracterisiticas telúricas e hídricas nos remite a los cultos otopame, de las cuevas y manantiales. En cambio también podría ser parte del complejo arqueologico de malinalco. Si tomamos en cuanta que el lugar fuera parte de sitios para la preparación de guerreros jaguares y águilas, como se muestra en el teocalli de los guerreros de Malinalco y asumimos que en la cueva era venerado tanto Oztocteotl como Tepeyolohtli, advocaciones ambas de Tezcatlipoca y Tepeyolohtli como una dedidad que tiene atributos de ocelotl. felino nocturno asociado también a Tezcatlipoca.
Estos últimos hacen pensar que el templo monolítico de Malinalco fue una escultura
monumental usada como lugar religioso .por los guerreros jaguares y águilas que se hallaban bajo el patrocinio de Tezcatlipoca -conforme se verá adelante- y del que una de sus manifestaciones era el dios de la ·tierra y de las cuevas: Tepeyollotli’ «corazón de los montes»[4].
Esta región fue sometida por los mexicas. Y en los primeros años de la conquista se instalaron los agustinos quienes fueron los que dan fe de la aparición del Cristo Negro o su instauración en la cueva ateniéndonos a las dos versiones
“El milagro”
La obra Relación histórica y moral de la portentosa imagen de N. Sr. Jesucristo… de Joaquín Sardó. Editada en 1810 y reimpresa en 1914 es un libro exhaustivo que abunda en el detalle tanto de la aparición como en la obra pastoral de dos monjes Bartolomé de Jesús María y Juan de San José, quienes se encargaron en el siglo XVII de hacer del lugar un santuario de dimensiones históricas y de generar el espacio idóneo para la veneración del Cristo negro de Chalma.
Abunda en detalles tanto en la descripción del lugar como en la veneraciones que hacían los naturales a sus deidades
A distancia de dos leguas que median entre Ocuila y Malinalco, pueblos que debieron las primeras luces de la fe y de la doctrina á los religiosos de mi sagrada orden Agustiniano, y cuya situacion se halla entre el sur y el poniente, hay una barranca abierta á lo largo, casi de septentrion á mediodia, seguida de una frondosa cañada, poblada de árboles y altos riscos de uno y otro lado, que viene desde Ocuila, distante dos leguas de Chalma, y por ella un rio, no muy caudaloso, que baxa de la parte del norte con precipitado curso hasta el plan de dicha barranca, desde donde corre mas dilatado hacia el sur, tomando aumento sus corrientes del raudal que brota del pie de la ladera en que estan las cuevas[5].
Desde aquellos siglos de la gentilidad, época infeliz, en que ya hacia nuestra América sepultada en las horrorosas sombras de la idolatría, se hallaban miserablemente envueltos en ellas todos los naturales de Ocuila y su comarca, dando ciega adoración, y rindiendo cultos á un ídolo, de cuyo nombre, por la total mudanza de religión y costumbres, aun entre ellos ha queda do borrada la memoria; y solo se cita, como más probable, haber venerado á esta falsa deidad con el título de Ostotoctheotl, cuya interpretacion es el Dios de las Cuevas, aunque de ello no hay total certeza[6].
El Libro abunda en las versiones sobre la aparición que hablan de la sustitución de Oztoteotl, deidad Náhuatl referida a las cuevas, por la imagen de Cristo. O la de la aparición del Cristo y el derrumbe mágico del “ídolo” de Piedra. Incluso hace alusión a un convencimiento de los frailes para lograr la aceptación de Cristo y dejar de venerar al “Ídolo”. Es interesante como se menciona que los nativos pedían tiempo y comprensión pues no es fácil cambiar una costumbre y creencia de la noche a la mañana. Esta parte nos abre un panorama interesante del proceso de aceptación y sustitución religiosa que se impuso, más allá del discurso retórico de la aparición milagrosa, que luego trata de imponer con el abuso de argumentos de fe.
Que bien conocerían el que un asunto de tanto peso, como era el mudar de religión y culto, pedía tiempo para su decisión, y más habiendo tantos años que vivían en la misma que sus antepasados: que lo pensarían con madurez y responderían en otro día. Razonamiento fue este, que no desagradó a aquellos varones apostólicos[7]
Establece así mismo que la cueva no fue construida por los hombres, sino por la naturaleza y propone que ese lugar fue escogido por los naturales después de la llegada de los españoles, ya que estos derribaron sus “ídolos” y destruyeron sus “cues” (como llamaban los españoles sus centros ceremoniales). Para mantener a salvo su idolatría recurrieron a un lugar sumamente inaccesible y oculto, si era oculto e inaccesible ¿cómo “era que era numeroso el concurso de naturales”? También habla de la devoción que se tenía al Ídolo Oztocteotl que…
“era numeroso el concurso de naturales, que de toda la comarca y aun de los más remotos climas venían a adorarle y ofrecerle torpes víctimas, y pedirle para sus necesidades, el favor y el auxilio, que engañados se persuadían podía darles”[8].
De ser ciertas ambas premisas y para que no se contrapongan, sería que Oztocteotl estaba asentado en algún otro lugar accesible como podría haber sido En Chalmita lugar del mágico ahuehuete, y de ahí a la llegada de los españoles lo hayan mudado a la cueva para mantener en secreto su veneración. O acaso se hayan tenido ya a las dos deidades en el ahuehuete a Tezcatlipoca y en la cueva a su advocación Oztocteotl. Por otro lado se sugiere que como en la actualidad la visita de peregrinos fue muy arraigada y concurrida.
Sobre Bartolomé De Jesús María el libro aborda a detalle sobre su vida, pero sobre todo la relación que tuvo con el santuario, su cuidado y sus modificaciones, pero destaca la exposición de sus atribuciones de santidad y consejero, y como logra con ello ir atrayendo con su fama feligreses de lugares incluso lejanos e ir así conformando un centro de culto de alto arraigo popular. Así mismo pero con menos detalles se aborda al fraile Juan de San José, heredero de Bartolomé De Jesús María quien los sucediera y continuara tanto con su devoción y mejoramientos del santuario.
A pesar de los cambios, las mejoras en comunicación y de lo atractivo que es como sitio turístico, Chalma se mantiene fiel a su origen y contrario a otros lugares que han sido Gentrificados, como el caso de Tepoztlán o Malinalco. La persistente presencia de los sectores marginados y excluidos en Chalma hace difícil suponer que las clases medias y medias altas, se apropien como lo han hecho y lo siguen haciendo con lugares de alto valor simbólico, como el caso citado de Tepoztlán y recientemente Cholula. Esperemos pues que Chalma siga siendo un territorio donde de algún modo se mantiene vivo el legado ancestral de una cultura que se aferra a ser lo que no ha dejado de ser.
José Antonio Cruz Tlacuilo
Bibliografía:
Joaquín Sardo: Relación histórica y moral de la portentosa imagen de N. Sr. Jesucristo… . Editada en 1810 y reimpresa en 1914
Alejandra Gonzales Leyva: Chalma una devoción agustina, Universidad Autónoma del Estado De México UAEM, INSTITUTO MEXIQUENSE DE CULTURA, Toluca 1991
[1] NOMBRES Geográficos Indígenas DEL ESTADO DE MÉXICO
(Estudio crítico etimológico) Cecilio Robelo CUERNAVACA.
Luis Cr. Miranda, impresor.1900. pag. 87
[2] Alejandra Gonzales Leyva cit. p. 82
[3] Alejandra Gonzales Leyva cit. p. 82
[4] Alejandra Gonzales Leyva cit. p. 82
[5] Joaquin Sardo. cit. p. 2
[6] Joaquin Sardo. cit. p. 2
[7]Joaquin Sardo. cit. p. 16
[8]Joaquin Sardo. cit. p. 4
