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Apuntes sobre Coatlicue.

El Viento del Norte.

Por Tlacuilo Antonio Cruz

Como sabemos en el lugar donde actualmente se venera a la Guadalupana, antes de su “aparición” se veneraba a Coatlicue o alguna de las tantas advocaciones maternas como Cihuacoatl o Chicomecoatl. En todo caso a la representación de la madre de los dioses o sea a la madre cósmica. Advocación absoluta de la maternidad. Es por esto la veneración actual de la Guadalupana sea en realidad una continuidad de la veneración prehispánica. El mito mexica del nacimiento del Huitzilopochtli del vientre casto de Coatlicue[1] nos ahonda la certeza de la elección del lugar y reafirma la continuidad de la veneración antigua.

Con toda certeza el lugar fue además un lugar de observación astronómica y sus cualidades hídricas por supuesto importantes, son parte de la elección del lugar para erigir tan importante santuario, desde el manantial que sirvió de afluente para dar de beber por siglos los pobladores de Valle de México. Restos del  acueducto que iba del lugar a Tlalnepantla siguen dan testimonio aún. Además de estar en la orilla del lago a la Guadalupana se le atribuyó la capacidad de controlar la lluvia acaso porque su veneración ha sido dentro del periodo de secas. De hecho hay un acontecimiento histórico que al parecer ayudó a la consolidación de su veneración y fue que en las inundaciones de la ciudad de México entre los años 1629 y 1634 la imagen fue llevada a la catedral Metropolitana para que bajara el nivel de las aguas. Luego fue regresada al Tepeyac acompañada de danzas[2], de ahí que muchos supongan que desde esa vez inician las peregrinaciones de las danzas de concheros. Sin embargo no será sino hasta 1948 que la danza propiamente de concheros inicia la ahora concurrida y muy importante peregrinación que desde entonces y cada año se realizan desde Tlatelolco a la Villa de Guadalupe, cada segundo domingo de noviembre. Con una participación muy importante, miles de danzantes nuevos se adhieren a las filas encabezadas por las palabras fundadoras de la peregrinación en aquel 1948. La danza de concheros seguramente comenzó a ir a danzarle a la Guadalupana desde su arribo a la ciudad y valle de México, Sergei Einseistein, gravó escenas de la danza en el año de 1930-31 donde se ve el arribo de la danza de concheros al santuario[3], resalta entre otras cosas el atuendo de “patio” usado por los danzantes, este atuendo al parecer apocope de tapatío, fue utilizado para atenuar la persecución que sufrían los danzantes en plena guerra cristera, así como el uso de la bandera mexicana, darle un carácter laico y deslindarse de los cristeros y dejar de ser víctimas del acoso gubernamental. La danza de concheros forma parte importante de los festejos y recientemente ha participado activamente en las misas que se dan la noche del 12 de diciembre.                    

Apuntes sobre Coatlicue

Los danzantes aztecas o mexicas[4] relacionan a Coatlicue, invariable y casi exclusivamente con el concepto de la Madre Tierra. Quitandole con ese hecho una dimención más «cósmica» o  más amplia del concepto de maternidad. Esta vision ecológica y materialista, es cierta pero reducida. Se le ubica y relaciona con un ente concreto la Tierra (el planeta o el elemento). En la veneración actual de la virgen de Guadalupe (si algo tuviera que ver con Coatlicue) vemos que la facinación por este arquetipo materno es más ámplio y no solo, o más allá del aspecto de dadora de alimento y fertilidad agricola. Acompaña desavenencias emocionales, espirituales.

En Mesoamerica como en la mayoria de las culturas antiguas el dios, principio generador, energía primigenia… es dual, doble, materno-paterno, femenino-masculino, activo-pasivo… Ad infinitum… Me parece que Coatlicue es una representación del aspecto materno cósmico, con todo lo que ello conlleva, es representacion de Omecihuatl, por ser la madre de los dioses. La Coatlicue es… si amor y dulzura (como se le suele reducir), pero además, ira y tragedia. Los terremotos huracanes y cuantas «catastrofes» naturales más, están presentes desde endenantes que el hombre pudiera causar calentamientos globales.  Efectivamente esta dinámica de amor-ira, armonía-desastre son puestas en escena del devenir constante de los ciclos cósmicos. La Coatlicue resume de manera rotunda esta concepción sobrecogedora que evidencia lo frágil de lo humano ante lo misterioso de la creación y su manifestación siempre inquietante.

La escultura de la Coatlicue es…

«Algo mucho más complejo que simplemente la deidad de la Tierra, y si es que debe interpretarse como tal, en todo caso se trata de la deidad de la tierra en complejas relaciones con toda una serie de deidades y de mitos cosmológicos y con el genero humano» 

«simboliza la Tierra, pero también el Sol, la Luna, la Primavera, la Lluvia, el alumbramiento, la vida, la muerte, el sacrificio humano necesario, la humanidad, los dioses, los cielos y elPrincipio dual creador supremo; ademas, las estrellas , Venus , y bajo las plantas de sus garras hay un relieve que simboliza a Mictlantecuhtli, el señor de la noche y del mundo de los muertos, alli donde va el Sol al morir por la tarde, para librar su batalla con las estrellas y resurguir al día siguiente. Coatlicue es toda una cosmovisión labrada en piedra… es la más alta concepcion del universo que pudo alcanzar el antiguo mundo indígena”[5]

¡Zas! ¿Qué decir? está descripción trastoca ese concepto limitado aunque más cercano a nuestros valores actuales “sintetisados” y ¿claros?  La forma (prehispánica) de ver el mundo nos es muy complicada. Es una de las razones por la que historiadores arqueólogos y antropólogos, se hacen bolas y se enredan ¿cómo definir las iconografias mesomericanas? Si se toman valores occidentales muy “racionales y lineales” efectivamente es un reverendo desmadre. Acostumbrados a decir: la diosa del amor, la diosa de la agricultura, el dios de la guerra, en cambio nuestras arquetipos autóctonos, muy humanos, ante nuestra visión racionalista, son confusos, contradictorios y relativos. Estas representaciones tienen atributos de muchas manifestaciones energéticas, simbolos de una y de otra, atributos de deidades incluso contradictorias. Haciendo un rompecabezas para desquiciar al más cuerdo teórico. La Coatlicue resume atributos de diferentes deidades sobre todo femeninas. Quilaztli, omecihuatl, chicomecoatl. Si utilizamos un recurso lógico, si Coatlicue es la diosa madre y si le ponemos el atributos de estas representaciones diariamos: Coatlicue Madre vegatacion, Coatlicue madre cielo, Coatlicue madre tierra, Coatlicue madre mujer dual. Coatlicue madre sabiduria.

El relieve que suelen tener las Coatlicues abajo (si acostamos el monolito veremos en las plantas de sus pies esculpida una imagen facinante), Tlaltecuhtli, literalmente algo así como “señor tierra” o “señor de la tierra”, Vemos así la dualidad femenino-masculino. Es representación del sol tragado por la tierra al desender por el poniente y por ello relacionado con Tzontemoc “el que deciende cabeza” (metafora que representa la puesta del sol) la muerte del sol y su posterior nacimiento como sol de la mañana: Huitzilopochtli. Representa también la vida bajo la tierra, por ello suele acompañarse con animalillos que habitan dentro de la tierra y que se encargan de descomponer la materia que entra al ceno de la tierra, como ciempies, lombrices, cochinillas. La etepa del otoño-inverno  (tiempo de veneración de los iconos femeninos como la Coatlicue) es cuando la vida deja de estar en la superfice terrrestre y se refugia en el ceno telúrico (inframundo, reenviando hacia otro de los aspectos de la deidad como Mictalcihuatl).    

Evoca Paz los avatares del descubrimiento e inmediato recubrimeinto de la Coatlicue: a fienes   del siglo XVIII se la desentierra y se decide volveral a enterrarla para que no avive  las antiguas creencias de los indios. Vuelta a desenterrar después de la independencia, la Coatlicue sigue siendo una mole que incomoda  a las buenas conciencias, que produce «curiosidad y bochorno», y su traslado a diversos lugares marca «los cambios de sensibnilidad que hemos experimentado durante los últimos cuatrocientos años», por lo que la Coatlicue parsará, en la consideración pública, «de diosa a demonio, de demonio a monstruo, de monstruo a obra maestra»[6]

La relación mexicana con Coatlicue ha sido fluctuante. Creo que la evolución de la aceptación al monolito no ha sido concluida. En una sociedad cada vez más secular, la Coatlicue ofrece un referente que grupos e individuos con una fuerte opocición al catolisismo, la tomen como emblema contra la «imposicion» católica. Iconograficamente pero sobre todo plásticamente la virgen de Guadalupe y Coatlicue son equidistantes entre una visión piadosa y una terrorifica (utlilizando modelos occidentales y de la cultura dominante sobre estética y simbolismo). Los nuevos derroteros ideologicos y religiosos (espirituales dirian los interpelados),  trastocan las consideraciones de Paz. Efectivamente a raíz de la llegada de los nuevos movimientos espirituales y políticos (o culturales) del último cuarto del siglo veinte. El acercamineto a la Coatlicue se tornó más rico y complejo. La visión, de los primeros mexicanistas, era según ellos “científica” dicho de otro modo “materialista” utilizando un modelo de análisis muy en boga de los movimientos políticos alternativos de la época “el materialismo dialéctico”. La otra, venida de la expresión New Age, que retoma elementos rituales y simbólicos de las culturas autóctonas de toda región mundial y los explica con modelos análogos, usando una especie de regla comun, asi pues entre Siva y Cotlicue las diferencias solo son la estética de cada región (un apecto más de la globalización que tiende a reducir las diferencias culturales) Sin ninguna dificultad hacen de Coatlicue y al virgen de Guadalupe una sola representación. La imagen de Coatlicue continúa ofreciendo alternativa ideológica filosófica y cultural. Parafraceando a Paz diriamos: la Coatlicue pasó de diosa a demonio, de demonio a monstruo, de muonstruo a obra maestra y recientemente de obra maestra a tratado cientifico (según los mexicanistas) o a madre global (según los mexicanistas new age)          

Descubriento de la Coatlicue

El 13 de agosto de 1790 unos trabajadores la encontraron en el extremo sur oriente de la actual plaza de la Constitución. Meses después, diciembre, encontraron el «Calendario Azteca». Se dio en la aceptacion de ambas, medio esquizoide. Por un lado la Coatlicue fue vuelta enterrar unos años depués por miedo a la aceptación y curiosidadd de los nativos que acudian a verla, lo que inquietaba al poder novohispano que fuera un incentivo a regresar a las prácticas rituales paganas. En cambio la Piedra del Sol fue puesta a la vista pública en el costado poniente de la catedral Metropolitana, como muestra de la grandiosidad antigua de los nativos, movidos claro por cuestiones políticas cada vez más abiertas de marcar la raya de los independentistas criollos con los Hispanos. Es decir que al igual que la Guadalupana en su momento fue emblema de identidad nacional para criollos, quienes ávidos de legitimidad territorial la utilizan para evidenciar que aunque españoles eran mexicanos, la Piedra del sol fue un equivalente para enorgullecerse de un pasado glorioso. No asi la Coatlicue. La Coatlicue ha representado (cada vez menos) el referente del supuesto “salvajismo azteca” asi como la piedra del Sol ha sido la evidencia del refinamiento científico.


José Antonio Cruz Tlacuilo

Bibliografía:

Christopher Domínguez Michael, Vida de Fray Servando/ Fray Servando’s Life


[1] Historia general de las cosas de Nueva España (Sahagún 2000, lib. III, cap. I, vol. I, pp. 300-302)

[2] https://culturacolectiva.com/historia/inundacion-de-mexico-1629-por-5-anos/

[3] Las escenas del célebre cineasta ruso formaban parte del proyecto fílmico llamado ¡Que viva México! proyecto quedó inconcluso, pero que luego de la muerte del cineasta se concluyó: https://www.youtube.com/watch?v=uoGt5p8l9A8  

[4] Me refiero a los danzantes que no son concheros y que asumen su danza como cultural, de mexicanidad, a la que han tratado de deslindar de la influencia católica que tienen  los cocheros.

[5] Justino Fernández, Arte Mexicano, p. 45

[6] Octavio Paz: la dimensión estética del ensayo Escrito por Enrico Mario Santí, Héctor Jaimes

PEREGRINACIÓN de las danzas 2022

Por Tlacuilo Antonio:

Peregrinación 2022

El crisol está en el medio día, del segundo domingo de noviembre, en Tlatelolco, ahí se mezclan los sueños y los despertares. La vorágine de los que persiguen la redención, la paz, la guerra, el conocimiento, la identidad, el amor, la locura, la fe… la tradición. Mentes, corazones, los que andan, pero también los que cada año les miran desde las azoteas, desde los camellones, las aceras, la ventana del negocio donde trabajan; las señoras orgullosas de la raíz que nos es de todos, la raíz, que aunque ajena, no lo es tanto, es más ni es ajena, tan propia. Los fastidiados en los coches que sufren el trafical que provoca la peregrinación, pero ni tanto, ni tantos, muchos prenden el cel del face book live. El sefie del copiloto para el recuerdo, de esos, de los que duran los 10 likes. Día de sol otoñal, pleno pero grato. Este año el orden ansiado rinde frutos, aunque a muchos danzantes se les arrejuntan las prisas antes que todos sus danzantes. Las sahumadoras le van soplando a los carbones su trémula prisa, para que ya se termine que calentar el fogoncito pa´ consuelo del copal, aroma de la fe de la nación que nos ampara.

El caos tan nuestro tan precioso aunque a veces tan disruptivo y fastidioso pero no tanto, que qué tanto es tantito y menos si se puede vender alguito en la plaza de las culturas (“de las 3 caídas” como diría un taxista -no se si refería 1 al sitio de Tenochtitlan en 1521, 2 la matanza de Tlatelolco 1968, y al terremoto de 1985) plaza manchada de guerras de sangre y de flores.     

Ahí reunidos o reuniéndose u organizándose, ora sí que sobre la marcha. Andando y danzando para no hacer hoyo. Unos de galas con tremendos plumeros rayas plastas, luces grecas alegorías ciber mexicas otros de austera convicción o necesidad. Otros ni tanto ni menos. El bullicio de la plaza se va atenuando un poco en rezo, cantado y danzado o el zigzagiante paso de camino y las latas en su versión más remasterizada, ¿Será posible que se remasterice más?  La veneración cada vez más sofisticada y organizada a la LATA si con mayúsculas, es abrumadoramente evidente, la guerra florida, que ya sea con sangre, con canto o con danza, siempre tendrá el apelativo de florido, lo es ahora la guerra florida de las latas. Ahora ni el sol es suficiente para estirar el cuero del tambor de lata. Hace falta un tono más agudo, nunca se conforma esa necesidad de más y más decibelaje, que ahora la muestra de la guerra de las latas sobre el piso del camino y aun en el atrio, son las marcas de tizne de las fogatas de papeles que se usaron para calentar y calentar los cueros de los tambores, para que esa poética descripción desparezca ya “el ronco sonido del tambor” desaparecer a como de lugar el ronco sonido de los tambores, digo… pareciera… apariencias solo eso.

La primera peregrinación ya plenamente post pandemia se disfruta y se reciente. Todavía el año pasado se libró una batalla meritoria para que la peregrinación se realizara, pero no se logro entrar al atrio. Y digo se reciente por que hay un dejo de nostalgia por la memoria viva de estos dos años y medio.

El encuentro y el reencuentro, desencuentros seguramente. Los queridos y lo no tanto, las divisiones los intercambio de los ayoyotes sueltos, los que no son tan de qui ni tan de allá. Los que mantienen la esperanza de que su grupo sea la expresión más monolítica o al revés la versión más ecléctica. La moderación del selfie. Si curioso, pero desde mi perspectiva vi menos selfies al interior de la danza que en otras ocasiones quizás se esté moderando.

Los nuevos con el azoro de la mirada prístina el sentir virginal, de aquello que, aunque con los años se modula nunca desaparece del todo. Ese sentimiento de lo majestuoso de la devoción de la entrega de la fe.

El movimiento de la fe la esperanza y la pasión. De algo que nos viene de lejos en el tiempo, de algo que no del todo sabemos, pero pus lo entendemos a través de los sentires, la preservación de un legado, la persistencia de una identidad y el amor por la madre.

Chalma (breve historia significado y mito aparicionista)

Por: Antonio Tlacuilo

Chalma

Significado de la palabra Chalma. El lugar cuenta con una denominación en lengua náhuatl como ocurrió con prácticamente todas las poblaciones conquistadas por el imperio mexica. Aunque la población en este caso debió tener una denominación en la lengua regional ocuilteca, incluso el centro poblacional originario de esta etnia tiene denominación náhuatl Ocuilan y Atzingo.

Son tres las probables traducciones según los estudiosos de la lengua náhuatl,

Para Manuel Olaguíbel  proviene de la palabra Challi: hueco, hondonada boca y de matia que alude al hecho de poner manos en alguna cosa, de la unión de palabras Chalma designa a “la cueva que está a la mano”[1]. Para Cecilio Robelo se compone de Chali, cosa lisa y Mait mano, Chalma Quiere decir Mano lisa [2], Jiménez Romero Quiroz, sugiere que debido a los sacrificios humanos que supuestamente se realizaban.

 
«Podemos establecer ·que existieron junto a las cuevas de Chalma, dependencias habitadas por chachalmecas. El calpulli o barrio de los chachalmecas: Chachalmecan, con el tiempo, para abreviar, fue llamado simplemente Chalmecan, despues Chalme y por énfasis Chalma. Explicadas las cosas así, Chalma quiere decir ‘Iugar de sacrificadores’.»[3]

Chalma es un lugar intermedio entre dos poblaciones de origen prehispanico. Una Ocuilan y la otra Malinalco. Ocuilan es de origen otopame y en la cual habita una población en la que junto con la vecina San Juan Atzingo son las únicas que aun se habla una lengua llamada ocuilteco de la rama otopame y que por tener fuertes vínculos culturales y territoriales con los otomies le da caracteristicas que pondrían la relevancia de Chalma como un lugar de veneración propio de esta cultura, que da una particular preferencia a sitios con características naturales especificas, como manantiales, cimas de cerros, cuevas y otros, que suelen llamar puertos, muy comunes en la región otopame del Bajío. En cambio la cultura náhuatl da preeminencia a lugares con construcciones para la veneración los llamados teocallis de la época prehispánica y santuarios católicos en la actualidad. Y Malinalco población de origen náhuatl donde, por cierto, hay una zona arqueológica con un teocalli, atribuido a la cultura mexica. Dicho teocalli está construido sobre la roca misma y es probable que se haya dedicado a la educación de nobles guerreros mexicas de elite, además de las caracteristicas inevitables al parecer de toda zona arqueológica, la observación astronómica.

Con los documentos disponibles es dificil dar por sentada la pertenencia de Chalma a alguna de las dos poblaciones, Ocuilan o Malinalco, elementos para encasillarla en alguna u otra los tenemos, por ejemplo, las caracterisiticas telúricas e hídricas nos remite a los cultos otopame, de las cuevas y manantiales. En  cambio también podría ser parte del complejo arqueologico de malinalco. Si tomamos en cuanta que el lugar fuera parte de sitios para la preparación de guerreros jaguares y águilas, como se muestra en el teocalli de los guerreros de Malinalco y asumimos que en la cueva era venerado tanto Oztocteotl como Tepeyolohtli, advocaciones ambas de Tezcatlipoca y Tepeyolohtli como una dedidad que tiene atributos de ocelotl. felino nocturno asociado también a Tezcatlipoca.

Estos últimos hacen pensar  que el templo monolítico de Malinalco fue una escultura

monumental usada como lugar religioso .por los guerreros jaguares y águilas que se hallaban bajo el patrocinio de Tezcatlipoca  -conforme se verá adelante- y del que una de sus manifestaciones era el dios de la ·tierra y de las cuevas: Tepeyollotli’ «corazón de los montes»[4].

Esta región fue sometida por los mexicas. Y en los primeros años de la conquista se instalaron los agustinos quienes fueron los que dan fe de la aparición del Cristo Negro o su instauración en la cueva ateniéndonos a las dos versiones  

 “El milagro”


La obra Relación histórica y moral de la portentosa imagen de N. Sr. Jesucristo… de  Joaquín Sardó. Editada en 1810 y reimpresa en 1914 es un libro exhaustivo que abunda en el detalle tanto de la aparición como en la obra pastoral de dos monjes Bartolomé de Jesús María y Juan de San José, quienes se encargaron en el siglo XVII de hacer del lugar un santuario de dimensiones históricas y de generar el espacio idóneo para la veneración del Cristo negro de Chalma.

Abunda en detalles tanto en la descripción del lugar como en la veneraciones que hacían los naturales a sus deidades

A distancia de dos leguas que median entre Ocuila y Malinalco, pueblos que debieron las primeras luces de la fe y de la doctrina á los religiosos de mi sagrada orden Agustiniano, y cuya situacion se halla entre el sur y el poniente, hay una barranca abierta á lo largo, casi de septentrion á mediodia, seguida de una frondosa cañada, poblada de árboles y altos riscos de uno y otro lado, que viene desde Ocuila, distante dos leguas de Chalma, y por ella un rio, no muy caudaloso, que baxa de la parte del norte con precipitado curso hasta el plan de dicha barranca, desde donde corre mas dilatado hacia el sur, tomando aumento sus corrientes del raudal que brota del pie de la ladera en que estan las cuevas[5].

 

 Desde aquellos siglos de la gentilidad, época infeliz, en que ya hacia nuestra América sepultada en las horrorosas sombras de la idolatría, se hallaban miserablemente envueltos en ellas todos los naturales de Ocuila y su comarca, dando ciega adoración, y rindiendo cultos á un ídolo, de cuyo nombre, por la total mudanza de religión y costumbres, aun entre ellos ha queda do borrada la memoria; y solo se cita, como más probable, haber venerado á esta falsa deidad con el título de Ostotoctheotl, cuya interpretacion es el Dios de las Cuevas, aunque de ello no hay total certeza[6].

El Libro abunda en las versiones sobre la aparición que hablan de la sustitución de Oztoteotl, deidad Náhuatl referida a las cuevas, por la imagen de Cristo. O la de la aparición del Cristo y el derrumbe mágico del “ídolo” de Piedra. Incluso hace alusión a un convencimiento de los frailes para lograr la aceptación de Cristo y dejar de venerar al “Ídolo”. Es interesante como se menciona que los nativos pedían tiempo y comprensión pues no es fácil cambiar una costumbre y creencia de la noche a la mañana. Esta parte nos abre un panorama interesante del proceso de aceptación y sustitución religiosa que se impuso, más allá del discurso retórico de la aparición milagrosa, que luego trata de imponer con el abuso de argumentos de fe.

Que bien conocerían el que un asunto de tanto peso, como era el mudar de religión y culto, pedía tiempo para su decisión, y más habiendo tantos años que vivían en la misma que sus antepasados: que lo pensarían con madurez y responderían en otro día. Razonamiento fue este, que no desagradó a aquellos varones apostólicos[7]

Establece así mismo que la cueva no fue construida por los hombres, sino por la naturaleza y propone que ese lugar fue escogido por los naturales después de la llegada de los españoles, ya que estos derribaron sus “ídolos” y destruyeron sus “cues” (como llamaban los españoles sus centros ceremoniales). Para mantener a salvo su idolatría recurrieron a un lugar sumamente inaccesible y oculto, si era oculto e inaccesible ¿cómo “era que era numeroso el concurso de naturales”? También habla de la devoción que se tenía al Ídolo Oztocteotl que…

“era numeroso el concurso de naturales, que de toda la comarca y aun de los más remotos climas venían a adorarle y ofrecerle torpes víctimas, y pedirle para sus necesidades, el favor y el auxilio, que engañados se persuadían podía darles”[8].

De ser ciertas ambas premisas y para que no se contrapongan, sería que Oztocteotl estaba asentado en algún otro lugar accesible como podría haber sido En Chalmita lugar del mágico ahuehuete, y de ahí a la llegada de los españoles lo hayan mudado a la cueva para mantener en secreto su veneración. O acaso se hayan tenido ya a las dos deidades en el ahuehuete a Tezcatlipoca y en la cueva a su advocación Oztocteotl. Por otro lado se sugiere que como en la actualidad la visita de peregrinos fue muy arraigada y concurrida.
Sobre Bartolomé De Jesús María el libro aborda a detalle sobre su vida, pero sobre todo la relación que tuvo con el santuario, su cuidado y sus modificaciones, pero destaca la exposición de sus  atribuciones de santidad y consejero, y como logra con ello ir atrayendo con su fama feligreses de lugares incluso lejanos e ir así conformando un centro de culto de alto arraigo popular. Así mismo pero con  menos detalles se aborda al fraile Juan de San José, heredero de Bartolomé De Jesús María quien los sucediera y continuara tanto con su devoción y mejoramientos del santuario.

A pesar de los cambios, las mejoras en comunicación y de lo atractivo que es como sitio turístico, Chalma se mantiene fiel a su origen y contrario a otros lugares que han sido Gentrificados, como el caso de Tepoztlán o Malinalco. La persistente presencia de los sectores marginados y excluidos en Chalma hace difícil suponer que las clases medias y medias altas, se apropien como lo han hecho y lo siguen haciendo con lugares de alto valor simbólico, como el caso citado de Tepoztlán y recientemente Cholula. Esperemos pues que Chalma siga siendo un territorio donde de algún modo se mantiene vivo el legado ancestral de una cultura que se aferra a ser lo que no ha dejado de ser. 

José Antonio Cruz Tlacuilo 

Bibliografía:

Joaquín Sardo: Relación histórica y moral de la portentosa imagen de N. Sr. Jesucristo…  . Editada en 1810 y reimpresa en 1914
Alejandra Gonzales Leyva: Chalma una devoción agustina, Universidad Autónoma del Estado De México  UAEM, INSTITUTO MEXIQUENSE DE CULTURA, Toluca 1991


[1] NOMBRES Geográficos Indígenas DEL ESTADO DE MÉXICO

(Estudio crítico etimológico) Cecilio Robelo CUERNAVACA.

Luis Cr. Miranda, impresor.1900. pag. 87

[2] Alejandra Gonzales Leyva  cit. p. 82

[3] Alejandra Gonzales Leyva  cit. p. 82

[4] Alejandra Gonzales Leyva cit. p. 82

[5] Joaquin Sardo. cit. p. 2

[6] Joaquin Sardo.  cit. p. 2

[7]Joaquin Sardo.  cit. p. 16

[8]Joaquin Sardo.  cit. p. 4